Érase
una vez una mariposa llamada Irene que bailaba como un ángel. Un día
su amiga la abeja María le pidió a Irene que si le enseñaba a
bailar y la mariposa dijo que sí.
Al
cabo de unos días Irene cayó al agua mientras enseñaba a bailar a
María. María intentó secar sus alas pero los colores de Irene
desaparecieron. Entonces María llamó a su amigo Henry e intentaron
pintar las alas pero no funcionó.
Irene
estaba muy triste porque solo faltaban unas horas para el baile de
las mariposas, pero en el lago Estrella se acordó como podían
pintar sus alas. Era un polvo de las alas de las mariposas.
Fueron
al baile y allí recogieron mucho polvo y Irene feliz bailó más que
nunca. Celia Prieto. 4º de Primaria. Alagón del Río.
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